Hay elementos de vestuario, que, aunque parezcan diseñados para nosotros y nuestras responsabilidades, no terminan de convencernos del todo y los integramos muy difícilmente en nuestro día a día. Si no, que se lo digan a la reina Sofía, que durante toda su vida ha evitado utilizar un complemento tremendamente común y habitual en otras reina de su misma generación. 

A lo largo de más de 7 décadas, el estilo de la reina ha sido tremendamente inspirador para miles de mujeres que han visto en ella un referente, no solo como reina, sino también como madre. Su armario refleja la necesaria evolución que han hecho todas las mujeres maduras a lo largo de las décadas y ha conseguido dejar muy claras sus señas de identidad, convirtiéndolas en una forma de reforzar su carácter. 

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En cientos de eventos y encuentros hemos podido analizar muchísimos estilismos de Doña Sofía. Han pasado a los anales de la historia su gusto por los kimonos, los estampados geométricos o los diseños de alta costura. Pero hay algunos elementos que la reina ha decidido no integrar en sus looks y con la que la hemos podido ver en muy pocas ocasiones, la boda de su hija Cristina y el funeral de su hermano, aunque sea algo que casi todas las reinas utilizan continuamente. Esto es lo que ocurre con los sombreros y tocados, que hemos visto lucir a la griega en muy pocas ocasiones. ¿Por qué? 

La reina no tocada

La reina Sofía ha sido siempre una mujer tremendamente directa y poco se sabe sobre sus gustos personales. Únicamente unos pocos conocen qué prefiere o detesta la emérita y ocasiones muy contadas lo hemos conocido mediante biografías no autorizadas o algunas filtraciones entre sus más allegados. 

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Pero sí que hemos podido analizar, a través de sus apariciones, una de las formas más poderosas que Doña Sofía tiene para comunicarse: sus estilismos. Siempre ideal, es reseñable que la reina en muy pocas ocasiones haya recurrido a los sombreros o tocados, algo que otras reinas “abuelas” que comparten generación, como puede ser Silvia de Suecia, Margarita de Dinamarca o la fallecida Isabel II de Inglaterra - ahora ha cogido su testigo Camilla, que también usa muchísimo los sombreros. 

¿Demasiado incómodo o llamativo? 

A eso se suma que, entre esas filtraciones que comentábamos antes, incluso hay gente cercana a la reina que indica que ella misma ha expresado en alguna ocasión, y por supuesto en momentos muy privados, que los sombreros le resultan incómodos, además de no verse favorecida con este tipo de complementos por tener la cabeza demasiado grande. “Es una mujer de gran elegancia y sencillez; no le gusta llamar demasiado la atención con accesorios excesivos”, comentaba una fuente cercana. 

Aunque ha llevado sombrero en contadas ocasiones, como en eventos protocolares de muchísima relevancia o en algunos actos religiosos, donde ir tocada es una muestra de respeto, la reina Sofía prefiere evitar llevar este accesorio, siempre que puede también apelando a la comodidad. Sin sombrero tiene mayor rango de visión y también le permite interactuar de forma más cercana cuando quiere saludar o mantener la mirada con alguien. Eso, sumado a la discreción, habría conseguido que la emérita desechara este tipo de complementos. 

Pero sabemos que no tiene miedo al color, ni a los grandes diseños o estampados. ¿Por qué habría de tenerlo antes los sombreros? Como es algo intrigante, surge otra teoría que reforzaría el porqué la griega evita los complementos en el pelo. 

El icónico peinado de Doña Sofía 

El estilo de la reina Sofía también ha estado marcado por su característico peinado, una melena corta, cuidadosamente peinada y con mucho volumen, que se ha convertido en uno de sus sellos personales. Este tipo de pelo la ha acompañado desde que era joven. Sofía ha mantenido un estilo de peinado que destaca por su volumen y que ha variado muy poco a lo largo de los años, solo adaptándose a modas puntuales o a cambios mínimos en el color. 

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El cariño que siente por su peinado, que se mantiene mucho más estable que hasta la mismísima Corona en sí misma, parece ser que también sería uno de los motivos de peso por los que no usa sombrero. Este tipo de peinado, como explican algunos expertos peluqueros, no es fácil de acomodar bajo un sombrero sin que pierda su forma o quede regular. 

Lo que cuentan sus peluqueros 

De hecho, Pilar Eyre se interesó por este tema y entrevistó a varios encargados de peluquería de la reina emérita. Las primeras peluqueras que la atendieron en España le recomendaron un cambio en el peinado: “Tiene el pelo rizado de su madre y llevaba su peinado de soltera, conseguido a base de rulos y secador de pie. Nosotras tratamos de aconsejarle una melena lisa hasta los hombros porque su cuello largo y delgado hace que su cabeza se vea aún más grande. Nos dieron las gracias y dejaron de llamarnos”, explicaron.

Después llegó Isaac Blanco: “No quería cambios. Argüía que la reina de Inglaterra siempre llevaba el mismo peinado por los perfiles de las monedas, que el pelo hueco le ayudaba a sujetar las tiaras. Aun así, le propuse un aire más desenfadado y juvenil…”. Estuvo algún tiempo con un poco más de melena, pero cuando dejaron de llamarlo volvió a su peinado tradicional. El siguiente que llegó, Fausto Sacristán, ya no propuso más cambios. 

La importancia de la reina de mantener su estética

Hay figuras ‘royals’ que han trascendido más allá de su cargo y se han convertido en iconos pop. Así podemos ver cómo Isabel II con sus llamativos colores se ha convertido en una de las imágenes más poderosas de la cultura británica, también podemos ver cómo Grace Kelly redefinió el concepto de reina llenándolo del glamour que trajo de Hollywood. 

Aunque nuestra reina emérita, doña Sofía, no ha llegado a general un impacto cultural tan relevante, al menos internacionalmente, sí que ha hecho de su estilo, su particular peinado, y su forma de entender la moda algo muy característico. Esto no únicamente la ayuda a estar estupenda, sino también a mostrarse tranquila, serena y confiada.

Como Doña Sofía sabe que su imagen funciona y, además de ser fiel a ella misma, también es muy reconocible, ha pensado: “¿Por qué cambiarlo?” Esta ha sido la filosofía de la griega desde hace décadas.  Su negativa a usar sombreros no es solo una decisión estética, sino una expresión de su personalidad, y de la apuesta por mantener intacto lo que ella considera su gran símbolo: su peinado.